Espectáculo agridulce en el que ¿Qué culpa tiene el pollo?
Tomando como pretexto a varios personajes de su infancia, entre ellos su padre, Tatiana entreteje una historia de humor negro para hablar de la soledad, de las manías y de cómo la incapacidad de comunicarnos nos pueden llevar a la autodestrucción. Jugando con el Tiempo, recrea un mundo agridulce en el que los personajes son víctimas de sus propias rutinas, siempre utilizando los lenguajes que le son familiares como la Danza y el Teatro.
Idea original, dirección y coreografía: Tatiana Zugazagoitia
Música original: Rodrigo Mendoza
Diseño de escenografía e iluminación: Juliana Faesler
El lector: Roberto D`Amico
La pajarera: Mónica Rueda
La pollera: Lucero García
La portera: Cyntia Cerón
La cocinera: Tatiana Zugazagoitia
El vagabundo: Espartaco Martinez
Fotografía: José Jorge Carreón
Beca del FONCA de Joven Creador 2001-2002
Memories from childhood and a chicken
Taking as an excuse a few characters she knew in her childhood, Tatiana Zugazagoitia invents a story with a touch of black humor, to talk about loneliness, manias, and how the incapacity to communicate can lead to self-destruction. With a single phrase of movement, she creates a sour sweet world where the characters become victims of theirs own routines.
Grant from FONCA (National endowment for the Arts) as “Young Creator” in 2001-2002.
Recuerdos de infancia y un pollo, donde la teatralidad parecería sujeto a lo onírico, extrovertiéndose náufraga de reminiscencias surrealistas que en muchos momentos traen a la memoria los motivos tutelares del Amor Loco de André Breton. Tatiana Zugazagoitia atraviesa las modalidades infinitesimales de la conciencia, do de la memoria, de la nostalgia. Sin duda, el talento probado, la eficacia plena y el ánimo creador de Tatiana Zugazagoitia se hallan en el proceso certero de la plenitud.
Siempre!
2 de marzo 2003
Gonzalo Valdés Medellín
Al abordar temas como éste, extremos y arriesgados, muchos coreógrafos caen en el melodrama o en la falsedad. No es el caso de Tatiana, quien trata su material sin cortapisa, le da un toque oportuno de humor negro y sin ningún recato coloca al espectador ante la muerte inminente de sus personajes. Si la propuesta sorprende es porque asume un punto de vista infantil sin excluir la mirada sombría del adulto.
Marcela Sánchez
La Jornada Semanal
Mayo 2003